jueves, 21 de julio de 2016

Antoine de Saint-Exupéry

He aquí mi secreto que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos (Antoine de Sain-Exupéry, El Principito)




Antonie Marie Jean-Baptiste Roger Conde de Saint-Exupéry (Lyon, 29 de junio de 1900, Isla de Riou, 31 de julio de 1944), fue un escritor y aviador francés, autor de la famosa obra  El Principito. En la dedicatoria de dicho libro se puede leer lo siguiente:

  • Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo un motivo importante para ello: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otro motivo además: esta persona puede entender todo, hasta los libros para niños. Tengo aun un tercer motivo: esta persona mayor vive en Francia, donde padece hambre y frío. Tiene mucha necesidad de ser consolada. Si todos estos motivos no son suficientes, quiero dedicar este libro al niño que una vez fue esta persona mayor. Todas las personas mayores han sido primero niños (Pero pocos lo recuerdan) 


Narrador, periodista y aviador francés, nació en Lyon, el 9 de junio de 1900 y falleció en las aguas del Mar Tirreno en el verano de 1944. Autor de una original producción narrativa en la que supo combinar la narración de sus experiencias aventureras con la reflexión y la sensibilidad propias de los valores humanísticos, ha pasado a la historia de las Letras Universales, merced a su exquisita fábula fantástica y sentimental, Le Petit Prince, traducida como El Principito (1943), considerada desde el primer momento de su publicación como un clásico de la literatura infantil de todos los tiempos. 

Nacido en el seno de una familia aristocrática venida a menos, tuvo una infancia difícil, marcada por la prematura muerte de su padre y por la rigurosa educación católica y tradicionalista que recibió en su hogar. Poco dado al estudio, huyó de la monotonía escolar y familiar en 1919, cuando marchó a cumplir con su servicio militar en la aviación de Estrasburgo. Allí experimentó de nuevo el placer de volar que había descubierto a los doce años, cuando tuvo ocasión de viajar en u a aeronave, placer de volar que pronto se convertió para el joven triste y solitario que era, por aquel entonces, en una puerta abierta hacia la conquista de la libertad y en una respuesta para la constante búsqueda de la propia identidad. 

Licenciado como piloto militar en 1921, tras haber prestado varios servicios al ejército decidió, en 1926 convetirse en piloto civil de la compañía de aviación Latécoère, de Toulouse, donde fue contratado como piloto de línea. Tuvo ocasión, de esta manera, de realizar numerosos vuelos intercontinentales que, a medio camino entre sus exigencias laborales y sus ansias de aventuras, contribuyeron a forjar en él un espíritu abierto a la continua reflexión acerca del ser humano y sus relaciones con el mundo en que habita. Aquel mismo año entabló amistad con Jean Prevost, de la revista literaria Navire d'argent, quien lo invitó a publicar en estas páginas su novela breve titulada L'aviateur (El aviador, 1926), un relato de carácter autobiográfico en el que Saint-Exupéry volcó algunas de sus experiencias e inquietudes en la figura de un piloto que, como le ocurría al propio autor, se deprimía cuando no tenía ocasión de volar.




Lo que embellece al desierto es que oculta un pozo en cualquier lugar (El Principito, Antoine de Saint-Exupéry)






Alentado por la buena acogida que recibió esta opera prima entre sus compañeros, al cabo de dos años volvió a los anaqueles de las librerías con su segunda entrega narrativa que, bajo el título de Courrier Sud (Correo Sur, 1928), constituyó su definitiva consolidación como uno de los novelistas más audaces y originales de la literatura francesa contemporánea. En esta obra, basada en su experiencia como director de la Compañía Aeropostal Argentina y en sus esfuerzos por crear la línea aérea de la Patagonia, que uniría Buenos Aires con Punta Arenas, Antoine de Saint-Exupéry planteaba la necesidad de superar la monotonía cotidiana por medio de la tensión emocional y las dudas morales que surgen en medio de la aventura. 

Saint-Exupéry llegó a la Argentina el 12 de octubre de 1929, junto con Jean Mermoz y Guillaumet, sus compañeros de la aviación. Fue el fundador y primer piloto de Aeropostal Argentina, la primera compañía de aviación del país. El primer vuelo se realizó el 20 de octubre de 1929, entre Buenos Aires y Comodoro Rivadavia. 

Sus funciones no se limitaban a los vuelos comerciales, sino que también efectuó vuelos de reconocimiento, rondas de inspección y raids hasta Tierra del Fuego. Muchos de estos vuelos cotidianos, de 18 horas de duración, se realizaban de noche, lo que lo inspiró para comenzar a estribir, entre dos misiones, un libro sobre el vuelo de noche, el que será titulado finalmente, Vuelo Nocturno, publicado a su regreso a Francia, en 1931.

En junio de 1930 se perdió en la cordillera su compañero Guillaumet, durante una tormenta. Por días y días Saint-Exupéry sobrevoló los Andes. buscándolo o buscando alguna señal de él. Nadie quería acompañarlo en una excursión por tierra, ya que la sabiduría de los baqueanos dice que los Andes en invierno, no devuleven a los hombres. Escribe, entonces, en una carta imaginaria a su amigo, que luego formará parte de su libro, Tierra de Hombres, lo siguiente:


  • ...Y cuando de nuevo me deslizaba entre los muros de los pilares gigantes de los Andes, me pareció que ya no te buscaba, sino que velaba tu cuerpo en silencio, dentro de una catedral de nieve...

En 1934, después de haberse incorporado al servicio de propaganda de la compañía Air France y haber realizado una importante misión en Saigón, comenzó a ejercer sus primeras funciones periodísticas, que habían de llevarle, en calidad de corresponsal, a España (donde cubrió la información de la Guerra Civil) y la la Unión Soviética. Un año después, la añoranza de los vuelos le impulsó a intentar batir el récord de velocidad de travesía aérea, París-Saigón, tentativa que se vió frustrada cuando su avión chocó con la cumbre de una meseta en Libia y tuvo que realizar un aterrizaje forzoso en pleno desierto del Sahara, donde el autor fue hallado por una tribu de beduinos al cabo de cinco días. Fruto de este dramática y solitaria espera fueron su relato Aterrizaje forsozo en el desierto (difundido después como emisión radiofónica), y, al parecer, también los primeros vislumbres de la figura literaria del pequeño príncipe (no hay que olvidar, que el protagonista de su más célebre novela, cuando llega a la tierra procedente de su lejano planeta, cae precisamente en el desierto), además de esta terrible experiencia en las arenas del Sahara surgieron también las reflexiones que habrían de quedar estampadas en las páginas de su siguiente novela.






La Municipalidad de Tigre (Prov. Bs. Aires), crea la plaza El Principito, en recuerdo al escritor y direcror de Aeropostal Argentina. En el centro de la misma una placa reza "En homenaje al literato francés, Antoine de Saint-Exupéry, que aterrizó en este lugar"


Pero este grave percance, lejos de quitarle las ganas de volar, le sirvió de acicate para seguir buscando el éxito de nuevas aventuras aéreas. En 1937, cuando el animoso piloto disputaba el ráid Nueva York - Tierra del Fuego, se estrelló en tierras guatemaltecas y salvó la vida por puro milagro. Se abrió entonces, en su agitada vida de acción, un lento compás de espera que, impuesto por la larga convalescencia, le permitió concentrarse en la redacción de su cuarta novela, publicada a finales de los años treinta, bajo el título de Terre des Hommes (Tierra de Hombres, 1939). Cada vez más tocado por un halo de misticismo que le llevaba a rechazar las formas de vida y los valores morales de la civilización occidental contemporánea, en esta nueva entrega narrativa contrapuso los excesos políticos e ideológicos de la moderna sociedad industrial a los valores eternos del ser humano que cifraba principalmente en el espíritu de sacrificio, la amistad y el honor. La alta calidad de este relato merece el reconocimiento de la Academia Francesa, que lo distinguió con el prestigioso premio Gran Prix du Roman (Gran Premio de la Novela).

El estallido de la Segunda Guerra Mundial reclamó de nuevo sus servicios militares, por lo que se enroló en una unidad de reconocimiento de Saint-Dizier, y tomó parte en varias misiones que se interrumpieron bruscamente con la trágica derrota de la aviación francesa. En 1941, después del armisticio, Antoine de Saint-Exupéry marchó a los Estados Unidos de América y se instaló en Nueva York, donde relató sus recientes fracasos militares en una quinta entrega narrativa titulada: Pilot de guerre (Piloto de Guerra, 1942), obra en la que cobró una singular relevancia su recuperación de la religiosidad católica que le habían inculcado en su niñez y juventud. 

La aparición de Le Petit Prince (El Principito, 1943), su sexta novela, dedicada a su amigo Leon Werth (que había sido capturado en la Francia ocupada por los nazis), convirtió de inmediato a Saint-Exupéry en uno de los escritores más célebres de la literatura universal contemporánea. La novela, disfrazada bajo la apariencia externa de un cuento para niños, lleva implícita en su sobria y poética escritura, una bellísima fábula moral acerca del dolor que produce la pérdida de la infancia y la frustración derivada del brusco choque con el mundo de los adultos, siempre condicionado por unos valores morales y unas pautas de comportamiento que no son del agrado del pequeño príncipe extraterrestre ni del aviador con el que se encuentra en el desierto. Ilustrada por los sencillos y delicados dibujos que pergueñó el autor para apoyar el contenido de su obra, Le Petit Prince se conforma como una agridulce alegoría nostálgica que desbarata, con la brusca interrupción del tiempo presente, los dominios eternos y atemporales de la infancia. 




Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante (El Principito, Antoine de Saint-Exupéry)



El Principito fue publicada en abril de 1943 tanto en inglés como en francés. Incluido entre los mejores libros del siglo XX en Francia, se ha convertido en el liro en francés más leído y más traducido, ya que cuenta con traducciones a más de 250 idiomas y dialectos, incluyendo al sistema de lectura braille. La obra también se ha convertido en uno de los libros más vendidos de todos los tiempos, puesto que ha logrado vender más de 140 millones de copias en todo el mundo, con más de un millón de ventas por año. 

Saint-Exupéry, ganador de varios de los principales premios literarios en Francia y piloto militar al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, escribió e ilustró el manuscrito mientras se encontraba exiliado en los Estados Unidos luego de la Batalla de Francia. Allí tenía la misión personal de persuadir al gobierno de dicho país que le declarara la guerra a la Alemania Nazi. En medio de una crisis personal y con la salud cada vez más deteriorada, produjo en su exilio casi la mitad de los escritos por los que sería recordado, entre ellos, El Principito, un relato considerado como un libro infantil por la forma en la que está escrito, pero en el que en realidad se tratan temas profundos, como el sentido de la vida, la soledad, la amistad, el amor y la pérdida. 

En relatos autobiográficos previos se relatan sus experiencias como aviador en el desierto del Sahara y se cree que esas mismas experiencias le sirvieron como elementos para el argumento de El Principito. Desde su primera publicación, la novela ha dado lugar a diversas adaptaciones a lo largo del tiempo, entre las que se incluyen grabaciones de audio, obras de teatro, películas, ballets, óperas, e incluso una serie animada y un animé.




Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio (El Principito, Antoine de Saint-Exupéry)




Aun en plena Guerra Mundial apareció la sexta naración de Saint-Exupéry, Lettre a un otage (Carta a un rehén, 1944), escrita también desde el exilio norteamericano y concebida, a la ya citada novela, Piloto de Guerra, como un firme alegato contra el nazismo, y en general, contra cualquier forma de poder totalitario nacida de la ideología contemporánea.  La novela se presenta como el mensaje dramático de un exiliado francés que, desde su refugio en Lisboa, se dirige a un judío amigo suyo que ha quedado atrapado en la Francia ocupada. El avión vuelve a ser uno de los protagonistas de la obra, una herramienta que entrevera al hombre con todos los viejos problemas, le permite descubrir el auténtico rostro de la tierra y lo sumerge directamente en el corazón del misterio. 

Unos meses antes de la publicación de Carta a un rehén, Antoine de Saint-Exupéry había reempendido su aactividad como piloto militar, con tan renovadas ansias por ponerse de nuevo a los mandos de un avión, que consiguió que las cinco misiones que inicialmente se le habían encomendado se convirtieran en ocho despegues. El 31 de julio de 1944, después de que su grupo de operaciones hubiera sido trasladado a la base de Bogo en la isla francesa de Córcega, para que realizace desde allí diferentes vuelos de reconocimiento sobre el Mar Tirreno, Antoine de Saint-Exupéry realizó su último despegue. Su avión fue abatidfo por pilotos alemanes frente a las costas francesas, en un punto que no pudo ser determinado hasta 1998. Jamás pudieron ser recuperados los restos del escritor de Lyon. En abril del 2004 aparecieron algunos restos del avión siniestrado, lo que confirmó el lugar del fatal desenlace, frente a las costas de Marsella. 


Sus Obras:


  • 1926: L'aviateur (El aviador)
  • 1928: Courier du Sud (Correo del Sur)
  • 1931: Vol de Nuit (Vuelo Nocturno)
  • 1939: Terre des Hommes (Tierra de Hombres)
  • 1942: Pilot de guerre (Piloto de Guerra)
  • 1943: Le Petit Prince (El Principito, o también,  El Pequeño Príncipe)
  • 1944: Letter to a Hostage (Carta a un Rehén)
  • 1948: Citadelle (Ciudadela)
  • 1953: Lettres d(cuadernos)
  • 1955: Lettres a sa mère (Cartas a su madre)
  • 1982: Écrits de guerre (Escritos de guerra)
  • 2007: Manon danseuse (Manon Bailarina)
  • 2008: Lettres à l'inconnue (Cartas a lo desconocido)



Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor (Ciudadela, Sección LXXV, Antoine de Sain-Exupéry)




viernes, 14 de agosto de 2015

Fundación Claude Monet en Giverny




La Fundación Claude Monet es un museo y jardín botánico, que se encuentra en la comuna de Giverny, Francia. 

El jardín tiene una superficie de 15 hectáreas, incluyendo tanto la colección botánica, la vegetación local, y un pequeño vivero para especies raras. 

El pueblo de Giverny continuó siendo una pequeña comunidad rural de escasa población, teniendo alrededor de 300 habitantes cuando llamó la atención de Claude Monet en 1883, quien trasadaría allí su lugar de residencia. En un principio arrendó una casa y sus terrenosadyasentes a un terramiento local. Más tarde, en 1890, una mejor situación económica le permitiría comprar la casa y construir los impresionantes jardines que deseaba pintar.

El jardín sería el escenario de muchas de sus obras más trascedentales como los Nenúfares o El Estanque de las Ninfeas y el Puente Japonés. El maestro impresionista vivió allí hasta su muerte, en 1926. Su llegada transformó el lugar en un punto de referencia para los artistas impresionistas.

La casa donde vivió Claude Monet desde 1883 hasta 1926 se convirtió en su lugar de distracción: con el mantenimiento de los yesos en color rosa, pintó con los colores de su paleta (puertas y persianas en verde, el comedor en anmarillo luminoso cromo, adornado con grabados japoneses de los siglos XVIII y XIX, azul dominando la cocina con azulejos de loza azul y blanco). Colecciones de plantas hortícolas japonesas que se nos muestra como un jardín perfeccionista: cuidado hasta por siete jardineros, uno de los cuales es responsable diariamente para eliminar las gotas de lluvia o rocío de los nenúfares.





Claude Monet en su taller en Giverny: al fondo se aprecian los enormes lienzos de Los Nenúfares



A la muerte de Claude Monet el 5 de diciembre de 1926, Michel, su único hijo superviviente, heredó la propiedad en Giverny, así como la colección de pinturas y una importante colección de grabados japoneses. A pesar de ello, no se siente atraído por la casa familiar. Blanche Monet Hochedé mantiene la casa y el jardín con la ayuda del jefe jardinero Lebret. A la muerte de Blanche, en 1947, el jardín se encuentra practicamente abandonado. 

Michel Monet muere, en 1966, en un accidente automovilístico. Sin un heredero, legó la propiedad y colecciones de Giverny a la Academia de Bellas Artes. Jacques Carlú, arquitecto del Palacio de Chaillot, miembro de la Academia de Bellas Artes y el director del Museo Marmottan de París no tiene suficientes recursos para llevar a cabo una verdadera campaña de restauración. Sin embargo, la reparación del tejado proteje las estampas y transporta el resto de la colección de pintura al Museo Marmottan. 

A la muerte de Jacques Carlu (1977) la Academia de Bellas Artes decide que el escate de la casa de Giverny lo realice Gerald van der Kemp, disfrutando del éxito de las campañas de restauración de Versailles. La casa es un desastre y la desolación reina en el jardín: el Clos Normand está cubierto de zarzas y malezas, muchos árboles murieron, los invernaderos no tienen ventanas y las placas de las plantas están totalmente oxidadas. 

Los presupuestos asignados por la Academia de Bellas Artes y el Consejo General del Eure no son suficientes. Gerald van der Kemp y su esposa hacen un llamamiento a mecenas estadounidenses para salvar Giverny. Las donaciones comenzaron a llegar, especialmente de la Versailles Fondation-Giverny Inc. de Nueva York, que permiten llevar a cabo este trabajode restauración.









Durante tres años se realizó un considerable trabajo de restauración. Se restauran la casa, talleres, muebles y estampas. Gerard van der Kemp y Gilbert Vahe, el joven jardinero hacen resurgir los jardines. Los árboles muertos son talados, y el puente japonésfue reconstruido exactamente manteniendo la glicinia que plantó Monet. El borde de los bancos se consolida con tablas. Los archivos, las innumerables ftografías y recuerdos de los que habían conocido el jardín, ayudan a encontrar los planes y las variedades preferidas de Monet. Algunos cultivares han desaparecido, se sustituyen por otros similares. Por último se permite el paso de los visitantes al jardín, los senderos son más anchos, cementados y rodeados de ladrillos.

El 1 de junio de 1980 fue creada la Fondation Claude Monet, y la propiedad abre sus puertas al público. Rápidamente se convirtió en un destino popular para un número creciente de visitantes en todo el mundo. Ocupa el segundo lugar como destino turístico más visitado de Normandía después del Mont Saint Michel.

Los visitantes tienen acceso a:



  • La planta baja: el salón azul (sala de lectura), el épicerie (despensa), la sala de estar/estudio, el comedor y la cocina con sus azulejos azules
  • La primera planta: las habitaciones de la familia, incluyendo la habitación de Claude Monet, renovada en marzo del 2013, la habitación de Alice Hochedé y sus apartamentos privados. 

Los jardines están divididos en dos partes distintas que han sido restauradas según las propias especificaciones de Claude Monet:


  • El Clos Normand fue modelado según la propia visión artística de Monet. Pasó años transformando el jardín en una vívida pintura "en plein air", la plantación de miles de flores en patrones de líneas rectas
  • Al otro lado de la calle del Clos Normand, Monet adquirió, en 1893, un pedazo de tierra vacante a través de la carretera que lo transformó en un jardín acuático al desviar agua del arroyo Ru, un brazo del río Epte. El jardín se hizo famoso durante su vida con la ejecución de una serie de pinturas monumentales, Nymphéas. El jardín acuático está marcado por la fascinación de Monet por Japón, como su verde puente japonés y plantas orientales. Los nenúfares fueron meticulosamente cuidados por un jardinero

Además:


  • La mayoría de las pinturas del maestro impresionista se mantienen en el Musée Marmottan de París
  • La casa de Monet es el hogar de una colección de más de 200 estampas japnesas (ukiyo-e) de los siglos XIX y XX
  • Entre las piezas más notables nos encontramos con obras de Utamaro Kitagawa (1753 - 1806) y Hokusai Katsushika (1797 - 1858)